lunes, 22 de noviembre de 2010

La ley del palo y el mordisco (J.L.)

...Y cuando en las frías y serenas noches levantaba su hocico a las lejanas estrellas, aullando como el lobo, sus antepasados revivían en él, sacudiendo el polvo de la tumba y alzaban también sus ladridos a las estrellas, proyectándose a través de las edades hasta las entrañas de Buck...
...Y todo esto sucedió porque los hombres habían descubierto yacimientos de un metal amarillo en las frías regiones del Ártico, y porque el salario que ganaba Manuel, mozo de labranza aficionado al juego, no era suficiente ni para cubrir sus gastos ni para atender a la numerosa progenie que Dios no le hubiera concedido si se hubiese pasado las noches rezando el rosario en compañía de su mujer...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

De personas extrañas

  No os podeis imaginar cual fue nuestra sorpresa cuando sentados en lo alto de aquella pequeña colina vimos pasar por la carretera que la rodeaba a aquellos dos coches.
Yo los vi primero, no pertenecian a ningun genero de cosas que yo conociese o hubiera visto antes. Fue entonces cuando todo empezo a teñirse de esa extraña sensacion de novedad que caracteriza a algunos sueños.Esa sensacion duro poco, sacudi la cabeza y vi que los coches seguian su camino. El cielo parecia mas alto.
Cuando le pregunte a Marta que era aquello, supe la respuesta; bastó con preguntar en voz alta para que la sabiduria de mi hermano apareciese en mi cabeza.
 El ya sabia de que se trataba aunque no estuviese ahí;quizas ya los había visto antes aunque nunca me dijo nada.  Si estaba en lo cierto era increible  haberlos encontrado. Ahora ya no dudamos de que podiamos acercarnos y asi lo hicimos.

Aquellos no eran coches normales, parecian esas rancheras americanas donde el paisano lleva  perro y pala, pero estas eran cerradas, como con un habitáculo detras de la cabina, y un poco más altos y largos que un cualquier furgoneta. No parecian muy estables, y estaban todos pintados de un verde en mi opinion bastante discreto(aunque no sepa muy bien que quiere decir eso).

Bajamos la carretera con nuestro coche siguiendolos, procurando no perderlos de vista,lo que no fue dificil, pues en ningun momento sobrepasaron los 4o km/h. Se detuvieron justo delante de las vias del tren y abrieron las puertas.

De cada coche bajo un hombre y tras coger del maletero las herramientas necesarias, se dispusieron a cambiar las ruedas. Era un trabajo mas duro del que la mala suerte nos tiene acostumbrados pues no bastaba con cambiar una,era necesario cambiar las cuatro para que aquello que llebaban haciendo durante tanto tiempo pudiese funcionar.

Cuando llegamos nosotros y aparcamos entre ellos nos miraron con cara amable. Pudimos ver en el interior de las camionetas unos cuantos niños,bien acomodados y contentos.Nos hablaron sin miedo. Dos cosas llamaron mi atención: la primera es que todos ellos, los coches , sus ropas , todo, estaba cubierto de polvo,como cuando una casa queda abandonada durante muchos años (que crueldad abandonar una casa, ella no haria lo mismo) ,durante más años de los que aparentaban aquellos niños.¿No les molestará? pense yo. La otra cosa que me sorprendió fue que todos llebaban gafas de aviador tintadas, con esas capuchas de cuero marrón que se ciñen a la cabeza y se abrochan debajo de la barbilla. 

Los hombres habian terminado de cambiar las ruedas,y las que tenian ahora no llevaban neumaticos , eran metalicas con un surco en el medio para encajar mejor en los railes.

 Esta gente se iba de vacaciones y estaban felices por ello, pertenecian a esa estirpe descendiente de los Fundadores del Ferrocarril y eran los únicos que podian viajar con su coche utilizando la carretera metálica.No me digais que nunca os habiais fijado en que las dos vias no son iguales, la que discurre por la izquierda es una pulgada y media mas ancha que la otra, lo justo y necesario para darle el agarre que necesitan estos vehiculos, de tracción izquierda.

Los hijos de las vias se fueron,despacio, llenos de polvo y con los gorros de aviador. Quien sabe si los volveré a ver alguna vez pero me alegro de haberlos conocido.